Los paleontólogos adoran el ámbar. A diferencia de los fósiles sedimentarios, esta resina fosilizada de coníferas preserva la flora y la fauna de manera casi intacta, a menudo incluso el color. Cuando las criaturas quedan atrapadas en la savia que fluye libremente de los árboles, muchas quedan congeladas en medio de la acción y parecen estar vivas.
En realidad, también son fósiles. Su carne se ha descompuesto en carbono y, a diferencia de en Parque Jurásico, no queda ADN para la clonación. Simplemente son más detallados.