En estudios se ha demostrado que el simple hecho de ver verduras en el plato, incluso si no las come, hace que el resto de la comida del plato sepa mejor y automáticamente hace que asuma que la persona que preparó la comida es más cariñosa y dedicada.
La lección aquí es obvia, arroja montones de lechuga en tu cama para que la próxima chica o chico que traigas a casa piense que eres un amante más cariñoso y devoto. Gracias, lechuga.